Hay diferentes escuelas y procedimientos, así que investigamos un poco y decidimos presentar dos alternativas, «a lo pobre» y «a lo rico». De todas formas en tiendaescalada.net podeis encontrar los mejores accesorios de escalada y trekking para equiparos con el mejor precio
Fuimos de los primeros en utilizar un improvisado arnés de cintura, poco recomendable, y otro arnés de pecho en cuyo mosquetón de seguridad enganchamos nuestra cuerda de rápel, ya preparada para la travesía del glaciar, con un sencillo nudo, y llevamos el resto de la cuerda sobrante preparada para ser utilizada en nuestra mochila o en un arnés bloqueado, como ya os mostramos. Aparte del mosquetón del arnés de pecho, llevamos las dos cuerdas a la superficie para poder utilizarlas de la forma más adecuada en caso de necesidad (246). En cualquier caso, siempre hay que utilizar un arnés adecuado en un glaciar. Para explicarlo mejor, les escribiré en primera persona y me haré una cuerda de seguridad preventiva de trampas de siete milímetros con nudos sencillos en los extremos, lo suficientemente larga como para que, atada a la cuerda con un nudo Prusik o, mejor aún, con un Machard, pase por debajo de mi bota cuando esté de pie y pueda sujetarse al cinturón.
Para cada piolet clásico que lleve, utilizaré una cuerda de seguridad atada a la cuerda con el nudo Machard que he mencionado antes, y como ya he ahorrado un poco, tendré dos proles y así utilizaré dos.
Coloco un mosquetón en cada uno de los otros extremos y, tras enrollar las cuerdas, las meto en el bolsillo derecho, la cuerda más cercana a mi cuerpo con su mosquetón en el bolsillo derecho y la más alejada en el izquierdo.
Uno de los picos de hielo, el clásico de mango recto que se utiliza en montañismo, lo llevaré en la mano derecha, y el otro, el picahielos de martillo, lo llevaré entre la espalda y el bolsillo, apuntando hacia atrás, o mejor aún, en uno de los dos piolets, el de la izquierda, apuntando hacia atrás, que llevaré a ambos lados de la cintura. Luego, sujeto otra driza a mi cinturón, la del extremo de la espalda y la del extremo de la espalda. Y al final de la espalda con otro mosquetón. Las marcas de piolets recomendadas son Black Diamond, Petzl, Grivel o Climbing Technology
Luego sujeto otra driza a mi cinturón, la que está al final de la espalda y al final de la cual sujeto un gancho a mi mochila con otro mosquetón, de manera que si me pilla de cabeza una mochila pequeña, puedo darle la vuelta quitándola. En la tapa de esta mochila tendré a mano mi linterna frontal con pilas nuevas y mi silbato colgado al cuello me facilitará la comunicación con mis compañeros «de arriba».
A mi anilla de aseguramiento, le pongo un mosquetón de seguridad y mi arnés de autoaseguramiento «Daisy». Si mi economía me lo permite, también utilizo bloqueadores en el extremo de mis líneas. Los bloqueadores de Ti son baratos, pero puedes ver cómo castigan la cuerda con sus afilados dientes.
Para evitar esto, existen los bloqueadores de cuerda Ropeman, que funcionan muy bien con sus pro-tubos romos, ya que comprimen la cuerda sin dañarla.
A través del mosquetón de mi arnés de pecho, que en estos casos es mejor fijar con antelación, saco los dos trozos de cuerda, uno de los cuales llevo conmigo, y fijo el resto yo mismo, como se ha explicado antes con nuestra pequeña «figura de ocho» para rapelar con cuerdas delgadas y empapadas del glaciar, una o dos poleas para montar cabrestantes de rescate, tres o cuatro clavijas de hielo y otras seis cuñas simétricas elipsoidales.
El objetivo de esta precaución es evitar al máximo lo que podría ocurrir si nos cayéramos en una grieta, en las grietas de una cascada de hielo o en una grieta lejana.
Tanto es así que, si la situación lo requiere, nos ponemos los cascos de escalada, porque un golpe en la cabeza sería muy desagradable.
Los glaciares están ahí y los visitamos.
Somos nosotros los que los visitamos y aceptamos de antemano lo que nos puede pasar. Así que al menos deberíamos aprender todas estas técnicas y evitar, en la medida de lo posible, que un día llegue una carta a casa para decirnos, muchos años después de nuestra muerte, que nuestro cuerpo ya ha salido, habiéndose dormido lentamente en un frío ataúd.
Una vez más describimos una situación dramática para que toméis conciencia, y una vez más os decimos que muchos escaladores volvemos a encontrarnos siempre que podemos, y si tenemos la desgracia de encontrarnos con la caída de un aficionado y no podemos hacer nada, es importante recordar el lugar exacto de su desaparición comprobada, porque a veces los expertos de la región predicen cuándo y dónde se puede encontrar su cuerpo.