A quién no le ha llamado la atención alguna vez la naturaleza de los refranes, cómo es que estas frases tan sencillas se han colado por todos lados y las repiten sin cesar tanto grandes como chicos, personas poderosas, adineradas y cultas, así como también individuos sin renombre público, de estratos sociales medios o bajos, con poco y hasta con ninguna educación.
No se hace ninguna distinción, no pertenecen a ninguna clase social, no es exclusiva de un grupo de la sociedad, así como tampoco está destina para una élite, son tan públicas como el aire mismo. El que quiera echar mano de los refranes está en la plena libertad de hacerlo, tan solo debe memorizarlos y utilizarlos cuando convengan.
A propósito, memorizar estas frases no es nada difícil, en primer lugar, porque son cortas, en segundo por ser muy sencillas y, por último, porque se asemejan a muchos hechos y circunstancias de la vida cotidiana, es por ello, precisamente, que pueden ser usadas para ejemplificar o explicar una situación común.
Nos sirven para dar consejos, pero también para hacerle ver a alguien un mal proceder, aplican para alertar sobre algún problema o para poner en evidencia una verdad que se prefiere dar a conocer de manera indirecta. Por supuesto, hay otros tantos usos que cada quien verá cuando conviene sacarlos a relucir.
“Como muestra un botón”, a continuación se lista la explicación de algunos de ellos:
- “Algo valen cabezadas oportunamente dadas”: está dirigido especialmente a aquellas personas que tienen a su cargo la responsabilidad de educar a menores, sean sus hijos o no. Se refiere a reprender a tiempo a otro que esté actuando negativamente, posiblemente con un regaño o un castigo, algo que en definitiva lleve a una enmienda efectiva.
- “De aguas mansas líbrame Señor, que de las turbias me libro yo”: esto advierte sobre las apariencias, de las cuales no siempre hay que fiarse. Probablemente, si vemos que algo es peligroso tomamos las debidas previsiones, pero cuando parecen inofensivas no siempre lo hacemos, y esto puede ser engañoso, así que conviene andar con prudencia y hasta pedir ayuda de Dios.
- “Mal de muchos, consuelo de tontos”: eso de conformarse con someterse a una situación adversa pensando que seguramente otros están peor, es una pésima actitud. Porque si otros están peor, también los hay quienes están mejor, por lo cual, debemos pensar que podemos superar los inconvenientes y progresar.
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